domingo, 28 de septiembre de 2008

Pisco, un año en ruinas

Lima, 28 de septiembre de 2008

Pese a estar prevenidos, la sacudida que causa Pisco sobre nuestros espíritus y conciencias perdura mucho tiempo después de abandonar la ciudad que da su nombre a la bebida más popular del Perú. El tiempo, sin embargo, parece haberse detenido en Pisco. Concretamente, en la tarde del 15 de agosto del 2007, cuando un terremoto de 7,8° en la escala de Richtner devastó una región desprovista de construcciones apropiadas para resistir las embestidas de las fuerzas de la naturaleza.

Las evidencias de la catástrofe aún humean en la llanura árida y triste en la que se ha convertido Pisco. Fachadas resquebrajadas, calles agrietadas, muros derrumbados, viviendas destruidas... Un espectro de ciudad atiborrado de montículos de escombros que con sórdida regularidad jalonan el paisaje. Un año después de una pesadilla que apenas duró tres minutos y medio, la ciudad aún no se ha quitado las legañas. Los signos de progreso son las vigas y varillas de hierro que sobre una base de cemento se transformarán en un futuro en viviendas, quizá de calidad inferior a las que habían antes. Los únicos edificios que lucen en Pisco son los de los bancos BBVA, BCP y Scotiabank, reflejo evidente de quién detenta el poder y el dinero en este cementerio de esqueletos de hormigón y rostros demacrados.

La ciudad se ha convertido en un inmenso vertedero de escombros y basura con campamentos de módulos prefabricados y carpas de plástico que debían servir de alojamiento temporal a los pisqueños y que se han hecho tan permanentes como el polvo de cemento y arena que flota en el aire. Densamente poblados y pobremente equipados, estos campamentos son un nido de delincuencia. Esta se ha multiplicado entre tanta pobreza hasta el punto de que visitar Pisco significa a ojos de otros peruanos que conocimos poco menos que una locura. Con escaso dinero y sin cámara de fotos nos adentramos en sus despojos sin percibir el mínimo signo de peligro pero satisfechos por no portar la cámara. Fotografiar la desgracia ajena y la tétrica devastación nos parecía aberrante en aquel momento.

El terremoto se llevó aquel fatídico día las casas, los ahorros, los sueños y las vidas de muchos pisqueños y vecinos de la región. 595 personas fallecieron soterradas por los escombros y se calcula en 1800 los heridos y en 76000 las viviendas destruidas. El derrumbamiento que segó mayor número de vidas fue el de la iglesia, hoy un solar a un costado de la Plaza de Armas. Cuando comenzó el temblor, a las 18:40, un buen número de transeúntes se apresuró a entrar en ella rezando para que la casa de Dios los cobijase de la cólera de la naturaleza. Chocaron de frente con los fieles que en plena misa escapaban a la calle. Se formó un tapón en la entrada y los cimientos de la iglesia cedieron sepultando a los devotos.

Pisco sufrió la peor parte al coincidir fatalmente con el epicentro del terremoto, pero los efectos de su poder destructivo se sintieron hasta en Lima, 250 kilómetros al norte. Pocos vestigios de la tragedia quedan en Ica, capital del departamento, aparte de la memoria aún candente de aquella tarde.

El contraste entre la devastación de Pisco y el rápido resurgir de Ica produce dentera. Los pisqueños echan pestes de su alcalde, al que acusan de apropiarse de parte de las ayudas destinadas a la reconstrucción y del presidente Alan García, cuyas promesas de levantar Pisco en tres meses han quedado en una cruel ironía. Frente a la aprista Ica, feudo electoral de García, y la refractaria Pisco, tradicionalmente opuesta al APRA, se ha levantado un muro de desigualdad barnizado de una misteriosa capa de intrigas políticas que poco interesan al ciudadano, abrumado por sus problemas personales y concentrado en recibir estos días la primera parte de las ayudas prometidas: 6000 soles por vivienda, 1500 euros que, como dicen con resignada fatalidad, "No dan ni para la pintura".

Pablo

jueves, 18 de septiembre de 2008

Prensa rosa y voluntariado

Ica, Perù, 18 de septiembre de 2008

Tras un mes y medio de "descanso" llega la hora de volver a ponerse el macuto e iniciar de nuevo la marcha. Camino de la estación la animada conversación con el taxista nos va metiendo en situación, nos dirigimos al corazón del Perú, Ayacucho, cuna de guerrilleros. Allí se libró la última batalla de la independecia de sudamérica y también fue el escenario de una de las mayores desgracias del Perú: la guerra librada entre los militares y la banda terrorista de Sendero Luminoso, con el pueblo de por medio; una época de terror que ha dejado importantes secuelas y miles de desaparecidos.

Atrás dejo una ciudad impresionante, en la que he disfrutado mucho a pesar de haber vivido las peores experiencias del viaje. Cuzco es una ciudad muy animada y con muchísimo ambiente, pero sobre todo muy acogedora, la gente te hace sentir como un cuzqueño más. Uno de esos lugares donde apetece vivir.

Pero como digo no todo fueron buenos ratos. En mi estacia en Cuzco he tenido que ser hospitalizado dos veces, situación que ha creado bastante polémica y malos entendidos en el blog y por ello debe ser aclarada por fin. La causante de mis males, fuertes dolores de tripa esporádicos y mucha diarrea (nada que ver con mi brazo, eso fueron secuelas de la hospitalización, una vía que me inflamó la vena), fue una pequeña bacteria conocida como Écoli, que resultó ser muy escurridiza y hasta la segunda hospitalización no fue diagnosticada.

La enfermedad en sí no fue nada grave, ni la recuperación está siendo muy complicada, lo malo era la incertidumbre de estar enfermo y hospitalizado sin que fueran capaces de diagnosticar cuál era el problema, mientras los médicos agotaban todas sus ideas y realizaban todas las pruebas médicas que se les ocurrían. Pero después de dejarme los brazos como un colador, sacarme más sangre de la que tenía, analizarme las heces tantas veces que llegó a gustarme cagar en un botecito y de hacerme una ecografía (sin contar el número de médicos que pasaban a examinarme), consiguieron dar con el bichillo.

Ahora, con muchos kilos menos, sólo tengo que seguir una dieta durante algún tiempo, dieta rica en pollo y arroz porque es lo único que como, y en breve espero volver a comer como siempre, como si se acabara el mundo.

El segundo problemilla que también ha generado pasión entre la prensa rosa del blog fue el malentendido con Pablo, pero como sólo fue eso, un malentendido, todo ha quedado resuelto con una buena conversación, un abrazo de machotes y un besillo en los morros, bastante largo que muchos hubierais deseado estar para vivirlo. No era necesario contarlo en el blog porque se le daba más importancia de la que tenía, pero agradezco en el alma el gesto y para vuestra tranquilidad confirmaros que nuestra amistad sigue tan fuerte como siempre, sin fisuras.

Pero no creais que soy masoca, también he pasado buenos ratos en Cuzco. El voluntariado fue la mejor experiencia que tuve en este "descanso" y una de las mejores del viaje.

Mi trabajo como voluntario fue para la asociación Yanapai (http://www.aldeayanapay.org/), una asociación muy interesante tanto por sus ideas como por sus métodos de financiación. El gran entusiasmo y esfuerzo de su director no está basado en ideas utópicas y proyectos sostenidos por la caridad de las personas, al contrario, los principales ejes de su trabajo son la creación de proyectos sostenibles en el tiempo, que tengan sus consecuencias en el futuro evitando que sean un simple parche temporal a un gran problema, y la creación de un modelo de autofinanciación que sirva para financiar los proyectos al tiempo que influye en el modelo socioeconómico, creando negocios viables que respeten todos los derechos de los trabajadores (algo bastante normal en España pero no tan normal en Perú) y que financien con sus beneficios los proyectos sociales que la asociación lleva a cabo. El hostal y el restaurante Yanapay son los negocios que sustentan los proyectos.

Los proyectos que lleva a cabo actualmente son dos escuelas de apoyo para niños que provienen de una sociedad muy problemática. Estas escuelas refuerzan los conocimientos que adquieren los niños en sus colegios y, sobre todo, les da la oportunidad de conocer una sociedad diferente a la que ellos viven, en la que el amor, el cariño, la tolerancia, la solidaridad, etc, son los principales valores, valores normalmente inexistentes en la sociedad en la que ellos crecen.

El otro proyecto, en el que yo trabajaba, es una comisaría en la que se encuentran encerrados en un cuarto ínfimo niños de entre 0 y 18 años, cada uno por diferentes motivos: robo, abandono, problemas sexuales, drogas, etc, a la espera de que el juez decida sus destinos, pero esta sentencia normalmente se alarga varias semanas cuando debería ser dictada en pocos días. Nuestro objetivo principal era distraerles para que no se volvieran locos todo el día allí encerrados y pegándose entre ellos.

Durante los primeros días me sentí un poco inútil, iba allí a pasar la tarde y jugar con los niños, no era capaz de enseñarles nada porque la vida allí es un caos y los niños cambian cada día, ¿qué ayuda estaba ofreciendo?. Pero a medida que pasaron los días ver la cara de alegría de los niños cuando entrábamos, como se lanzaban a abrazarte y besarte (cuando al principio me llamaban gay por tratar de besarles, niños de 10 a 12 años), fue cuando comprendí cual era mi función como voluntario y cuales estaban siendo las consecuencias de mi ayuda. Esos niños están muy necesitados de amor y cariño, y eso era precisamente lo que yo les estaba dando, de una u otra forma me lo estaban agradeciendo. Ver la cara de felicidad que ponían ante pequeños detalles como eran jugar al monopoli con ellos o darles un panecillo porque estaban muertos de hambre, era algo impagable.

Lo único que lamento es que mi enfermedad me privó de pasar más tiempo con ellos, tuve que faltar varios días por estar en el hospital y no pude finalizar las 3 semanas que me había propuesto. Pero aunque fueron muy pocos días los que pasé con ellos, ha sido una experiencia que deja sus posos y te hace pensar mucho mucho.

Para finalizar quiero daros a todos las gracias por las muestras de cariño que me habéis dado cuando estaba en el hospital o cuando os enterásteis de que lo había estado, vía blog, mail, sms, etc. Aunque fuera una tontería de enfermedad cuando estás lejos de casa esos comentarios tienen un gran valor. Y sobre todo muchas gracias a Pablo por haberse pasado 5 días a los pies de mi cama hasta que me soltaron del hospital (aunque se los pasara en grande aprovechando la comida del hospital y la televisión por cable).

A partir de ahora cambiamos el chip y como decía al inicio volvemos a viajar como siempre, mochila a la espalda rumbo al norte.

Un bezillo,

Carlos

PD: en muy pocos días colgaré un álbum en la página de fotos llamado: "Cuzco".

jueves, 4 de septiembre de 2008

En el confesionario

Moquegua, Perù, 4 de septiembre de 2008

Desde hace cinco meses y medio Carlos es mi hermano, mi padre, mi hijo y hasta mi novio. Junto a èl he recorrido miles de kilòmetros, he visitado lugares fascinantes y he vivido momentos estupendos que no olvidarè jamàs. Unos cientocuarenta dìas de convivencia casi permanente que acarrean, ademàs de màgicas experiencias en comùn, enfados, resquemores y decepciones. Pequeñas lluvias que erosionan la montaña de la coexistencia y que a veces, no lavan sus laderas de los residuos venenosos que se depositan en ella.

Lo mìo, debo reconocerlo, no ha sido una pequeña lluvia sino un diluvio en toda regla. He fallado a Carlos en el momento que màs me necesitaba: cuando estaba mal de salud. Le he fallado a èl y me he fallado a mì, que he tenido que recibir un golpe para despertar.

Durante un tiempo, cuando mi vida discurrìa en Madrid, lleguè a pensar que no tenìa defectos. Me preguntaba a mì mismo por ellos y no encontraba nada digno de menciòn. Ultimamente los he sentido soplàndome el cogote. No sòlo a Carlos, tambièn he decepcionado recientemente a otra persona que me importa mucho. Mi dejadez con las personas que quiero es como un collar de pinchos canino que me hiere a mì y a los que se aproximan mucho. Sin embargo, y a pesar de todo, estoy contento. Feliz, yo dirìa, porque no hay problema que no tenga remedio ni defecto que no se pueda subsanar si uno le pone interès. Ademàs, de todo se aprende, de lo malo màs que de lo bueno.

Necesitaba una penitencia para poder ir en paz. En breve me irè a Cuzco para visitar una de las Siete Maravillas del Mundo. No es el Machu Picchu. Es Carlos. Joder, què pastelooooòn!

Pablo

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Situación: PARO TOTAL

Cuzco, Perú, 3 de septiembre de 2008

Camino cuesta abajo dirección Avenida de la Cultura que, para hacernos una idea, es como la Castellana en Madrid, 3 carriles de bajada y 3 de subida, una barbaridad para lo que es Perú por lo que he conocido hasta ahora.

Mi objetivo es sencillo: coger el primer taxi que encuentre y llegar lo más rápido posible al hospital para hacerme una pequeña revisión en el brazo, no quiero perder toda la mañana con estas gestiones.

Para mi sorpresa, un miercoles por la mañana, todas las tiendas tienen el cierre echado, la gente y los niños juegan por las calles y en mi busqueda de un taxi lo único que encuentro es una fila de 5 taxis aparcados: " ahi están", me digo, pero al acercarme me encuentro con que no deben estar de servicio porque están haciendo un botellón de cerveza, a las 10 de la mañana, sentados en el capo de sus coches. Sabía que había paro pero no pensé que fuera tan TOTAL.

Aún estoy entre callejuelas supongo que la situación cambiará al llegar a la avenida principal, no va a estar toda la ciudad parada por una huelga. Pero a medida que me aproximo la situación sólo empeora, ¡la Avenida de la Cultura se ha convertido en el centro de operaciones de todos los manifestantes!.

Hay una cosa que, dentro del caos que reina en la ciudad, no me sorprende: los peruanos son igual de desorganizados para manifestarse que para la mayoría de las cosas. En lo único que se han puesto de acuerdo es en no ir a trabajar, para todo lo demás cada uno va a su bola.

A medida que desciendo la avenida principal, ya mentalizado de que hoy no me salva nadie de la larga caminata, me encuentro con hasta 3 manifestaciones, todas reclaman lo mismo y todas gritan lo mismo pero cada una sigue su ritmo. Entre una y otra hay más de 10 minutos de distancia. Lo mas gracioso de todo es que entre sus gritos se encuentra el famoso: "El pueblo unido jamás será vencido", parece que la teoría la conocen o quizás sólo repiten las frases que alguien les sopló, pero desde luego en la práctica aún les queda mucho por mejorar.

Ya casi llegando al hospital caigo en la cuenta de que no todo el mundo está de paro, hay un sector que, incluso en un día tan improductivo como este, sale a la calle a ganarse el pan: el sector de los vendedores ambulantes. En este sentido los peruanos se parecen bastante a los chinos en Madrid, ¿quién te va a vender unos tallarines calientes a cualquier hora de la noche de cualquier día?. Al lado de cada manifestación siempre encuentro varios vendedores que conocen a la perfección las leyes principales del marketing: "ofrecer al cliente exactamente lo que necesita en el momento que lo necesita", ¿qué puede ser mejor en un día soleado y caluroso como este que helados y gorritas para el sol?, esa es precisamente su mercancía.

Carlos

lunes, 1 de septiembre de 2008

Estamos de vacaciones

Cuzco, Perú, 1 de septiembre de 2008

De nuevo estamos al pie del cañón dispuestos a reactivar este blog cerrado por vacaciones porque, al igual que el resto de mortales, los backpackers también tomamos vacaciones; y aunque el blog se llame Efecto Coriolis, viajemos por el hemisferio sur, ahora mismo vista pantalones largos y no este agobiado por el el calor que pasaré esta noche, nosotros veraneamos en agosto como la mayoría de los españoles.

Lo cierto es que hemos pasado 3 semanas geniales corriendo de un lado a otro por el sur del Perú, pasando del frío del altiplano al calor de la selva en cuestión de horas, para alcanzar a recorrer, mochila a cuestas, todo lo que 3 cortas semanas dan de si, pero es lo que había porque la vida laboral no es tan benevolente con los días libres como la vida del mochilero. Aunque como han podido sufrir en primera persona nuestros compañeros de fatiga: Puli, Hermi y Dolores, la vida backpacker a veces está llena de incomodidades que mejor no contar para que no se os caíga un mito a vosotros los sufridos lectores.

Lo cierto es que ahora, tras estos intensos dos últimos meses, nos encontramos en un punto de inflexión en el viaje, necesitamos reponer fuerzas para seguir viajando y conociendo, el cuerpo pide un descanso, el culo pide vacaciones y se niega a un kilómetro más de autobús. Además a veces es necesario parar un poco y reposar lo visto hasta el momento, sino la cabeza se satura con tantas cosas nuevas y se corre el riesgo de perder el factor sorpresa hacía los nuevos lugares.

Asi que se nos plantean nuevas y diferentes vivencias: durante las próximas 3 semanas aparcaré mi macuto en el armario de la coqueta habitación que he alquilado en Cuzco, para llevar a cabo un voluntariado que ya desde el primer día se plantea como un proyecto muy interesante y un poco duro, psicológicamente hablando. Pablo, por su parte, de momento alarga sus vacaciones visitando de nuevo San Pedro de Atacama (Chile).

En lo que respecta a las últimas semanas la peregrinación al Machu Picchu fue nuestro primer destino. Como verdaderos peregrinos optamos por la ruta más larga y dura para llegar a la ciudad perdida de los Incas, como si les debiéramos alguna promesa. La ruta se conoce como Salkantay y consistía en una caminata de 5 días y 4 noches a través de inmensas montañas, cruzando por el paso del Salkantay a 4.600 metros de altitud.

La excursión resultó bastante accidentada y dos miembros del grupo acabaron alguna de las etapas a lomos de "Soñadora", nuestra inseparable yegua, fuímos devorados por super-mosquitos (sus picaduras aún picaban una semana más tarde) y como era de esperar la agencia no nos consiguió los billetes de tren para regresar a Cuzco y tuvimos que hacer una noche extra en Aguas Calientes, a los pies de la Ciudad Inca. Pero mereció la pena, la excursión fue muy divertida, las vistas eran precisosas a lo largo de prácticamente todas las etapas y pudimos disfrutar del Machu Picchu durante más de 11 horas, hasta que echaron el cierre.

La historia de los Incas, sus guerras internas de sucesión y su huída de los malvados españoles, que estaban dispuestos a no dejar títere con cabeza según palabras de la mayoría de los guías, resultó muy interesante y un buen complemento para observar con más atención y entender mejor las construcciones de la ciudad y el porque de su buen estado de conservación. Pero aún sin estar muy interesado en todo esto Machu Picchu es impresionante aunque sólo sea por su belleza, según palabras del El País leídas por Guzmán y corroboradas por nosotros al pie de la letra. Verdaderamente es una de las maravillas del mundo que merece la pena visitar y observar en primera persona al menos una vez en la vida.

Sin tiempo casi para descansar de esta agotadora excursión cuando nos quisimos dar cuenta ya estabamos metidos en una "combi" (minibús) rumbo a la selva, a la Reserva Nacional del Manu, esta vez sin Gumán y sin las neozelandesas a los que se echó mucho en falta. Esta segunda inmersión en la selva resultó ser mucho más divertida de lo esperado y mucho más aventurera que la anterior, al contrario que la otra no daba la sensación de estar en un jardín botánico, con algunos animales de vez en cuando, a la espera de toparte con el cristal que indica el fin del parque. Esta vez llevamos nuestras tiendas de campaña a cuestas y acampábamos en medio de la selva, o eso nos parecía a nosotros, caminábamos a través de los árboles abriéndonos camino con un machete de medio metro y a falta de agua buenas fueron las gotas que extraíamos de las cañas de azúcar, las lianas y los cocos que cogíamos de los árboles, sin olvidar el agua de color sospechoso que cogíamos del río y potabilizábamos con unas pastillas milagrosas.

Al igual que en el anterior tour por la selva los animales que vimos fueron pocos (por si alguno se ha despistado el lugar donde vimos la mayoría de los animales fue la Pampa de Rurrenabaque, no la selva), más bien vimos insectos, alguna que otra ave y muchos muchos mosquitos. Pero esta vez nuestro olor a antimosquitos paso algo desapercibido y fuímos nosotros los que pudimos oler algún que otro chancho salvaje (cerdo salvaje), que a decir verdad no olían mucho peor que algunos de nosotros después de 3 días caminando por la selva.

Para terminar nuestras vacaciones volvimos de nuevo al Lago TitiCaca, el lago navegable más alto del mundo donde se encuentran algunas de las islas sagradas de los Incas: Isla del Sol y la Isla de la Luna, y unas islas flotantes conocidas como Islas Uros, las primeras pertenecen a Bolivia y las segundas a Perú. Al igual que la primera vez nos sorprendieron por la belleza de sus paisajes y su tranquilidad, parecía el lugar adecuado para el fin de fiesta y el descanso de las dos semanas anteriores.

Visitadas las islas llegó la hora de decir adiós a Hermi, Puli y Pablo, que aún seguirían 4 días más de viaje y recorrer medio Perú en autobús en un larguísimo viaje de más de 21 horas hasta Lima.

La despedida de los padres, al igual que ocurrió en Madrid, resultó muy triste. Que hayamos decidido viajar durante mucho tiempo no significa que estemos deseando perderles de vista y en muchas ocasiones se les echa de menos. Muchas gracias por haber venido y por habernos ayudado a pasar 3 semanas geniales y en esto incluyo a Guzmán al que también vamos a echar mucho de menos porque han sido dos meses muy especiales.

Un bezillo que hoy me siento sentimental!

Carlos.

Pd: ya se pueden ver las fotos de las 3 últimas semanas, aunque aún faltan por completar algunos nombres y comentarios que haré en los próximos días. También a finales de semana colgaré las fotos que os debía de las ciudades de Bolivia que no pude colgar por problemas con las conexiones.

Las nuevas carpetas disponibles son:
- Ruta Salkantay: Machu Picchu.
- Reserva Nacional del Manu.
- Lago TitiCaca: Isla del Sol e Islas Flotantes.