martes, 21 de octubre de 2008

Tierra de muertos

Chiclayo, Perù, 13 de octubre de 2008

El crepùsculo de una càlida tarde de mitad de septiembre inunda de sombras las tres alturas de la Universidad de San Cristòbal de Huamanga, en Ayacucho. La jornada de estudio toca a su fin, se encienden las luces de las calles y el patio interior de la universidad se llena de vida. Los estudiantes salen de las vetustas aulas y atraviesan el corazòn del edificio, su patio, embellecido por su delicado jardìn y un imponente sauce en el centro. Conversan, rìen, bromean en grupos, sentados sobre algùn banco o camino de la salida.

Se hace difìcil imaginar que este manantial de inocencia de la remota serranìa peruana se hubiese travestido alguna vez de nido de insurrecciones, de marmita de odios, y que sus llamas destructoras se expandieran por todo el paìs, sumièndolo en un fuego devastador que acabò con la vida de unos 40.000 peruanos y que, aunque sumamente debilitado, aùn hoy no se ha apagado del todo.

En estas aulas de la segunda universidad màs antigua del Perù, el profesor de Filosofìa Abimael Guzmàn cocinò desde finales de los años 60 la revoluciòn que debìa acabar con las desigualdades del paìs a dinamitazos. Su mensaje duro y convincente, continuaciòn del marxismo y del maoìsmo, encandilò a muchos jòvenes. La opresiòn semi-feudal que padecìan los campesinos despertò simpatìas en muchos de ellos y ganò adeptos para la revoluciòn que del campo a la ciudad debìa conquistar el Perù.

En 1980 Sendero Luminoso era ya un adolescente listo para tomar sus propias decisiones y emprender su camino. Su elecciòn fue declarar la guerra a la recièn nacida democracia. Para Guzmàn, lìder espiritual e ideològico de la organizaciòn subversiva, no habìa otra alternativa. De Mariàtegui, intelectual pionero del comunismo en Sudamèrica, tomò la premisa a seguir: "El poder se conquista con la violencia y se mantiene con la dictadura", y de las experiencias soviètica, china, cubana y vietnamita adquiriò el convencimiento del èxito. El estado, instrumento opresor de la clase burguesa sobre los trabajadores y campesinos, debìa ser aniquilado por la fuerza y con èl, su clase dirigente y sus fuerzas represoras. Igualdad y justicia a cambio de sangre y horror; èse era el trueque. Ideales filantròpicos en contraposiciòn a mètodos radicales. Ningùn sacrificio era excesivo en el altar senderista. Incluso la vida propia quedaba supeditada al fin ùltimo, y entregarla era lo que se esperaba de cada uno de los senderistas.

Ayacucho y las comarcas colindantes se convirtieron en los años 80 y principios de los 90 en el epicentro del pozo de violencia en el que se deslizaba el paìs. La ciudad, que posee 33 iglesias, tantas como años viviò Jesucristo, y cuya Semana Santa es la màs famosa del paìs, viviò en el infierno todo ese tiempo, tan olvidada de Dios como separada del resto del Perù (hasta 1991 no se construyò una carretera que la uniò a Lima).

Ayacucho, que en quechua significa "tierra de muertos" se habìa hecho un hueco en la Historia al ser escenario de la ùltima batalla por la independencia en 1824, se convirtiò en aquellos años en algo incluso màs siniestro que la propia muerte. Toque de queda al anochecer, registros policiales arbitrarios y crueles, asesinatos indiscriminados. El rumor sordo de la conspiraciòn, la asfixiante coacciòn, la desconfianza enfermiza y el pànico a morir helaba la sangre de los ayacuchanos, clavados en mitad de dos fuegos; el de Sendero Luminoso y el de las fuerzas policiales y armadas, tan temidas o incluso aùn màs que los propios subversivos.

La condiciòn de enemigo invisible de los senderistas justificò que cualquier ciudadano pudiese ser considerado como terrorista por el ejèrcito. Las torturas, violaciones y asesinatos de las fuerzas del orden siguen hoy en su mayorìa impunes. Dormir a la intemperie bajo el frìo de la noche andina era màs seguro que hacerlo en los fundos o en las casas desperdigadas por la sierra. Mantenerse neutral en mitad del vendaval que cubrìa de sangre la regiòn era una complicada acrobacia para esos campesinos quechuahablantes, muchos de ellos analfabetos, que bastante tenìan con alimentar a su familia. Sendero y el ejèrcito exigìan colaboraciòn y apoyo y una respuesta insatisfactoria o cualquier tipo de asistencia al enemigo conducìa a la tumba.

La guerra sucia, cruel y despiadada enfangò a todo el paìs. La esperada rebeliòn popular contra el poder establecido nunca llegò. La espiral de terror horrorizò a los peruanos y la imagen romàntica y altruista que podìa haber despertado Sendero se esfumò en el baño de sangre. La captura de Abimael Guzmàn en 1992 a comienzos del gobierno de Fujimori, sobre el que pesan cargos de terrorismo de estado, marcò el inicio de la derrota senderista.

Sin su lìder y con la acciòn cada vez màs efectiva de las Fuerzas Armadas, la revoluciòn languideciò hasta pràcticamente desaparecer. En la actualidad, minùsculos reductos de senderistas sobreviven en la selva rumiando su desdicha y protagonizando emboscadas esporàdicas como la que hace unos dìas costò la vida a 14 militares. Poco caso se les hace ya en Perù aunque no hace mucho tuvieron de rodillas al paìs y entre ellos y el ejèrcito dieron cruel sentido al nombre de Ayacucho.


Si estàis interesados en el tema, os recomiendo "Sendero, historia de la guerra milenaria del Perù", del periodista Gustavo Gorriti. Muy completo e interesante aunque se queda en 1984

Tambièn "La cuarta espada" de Santiago Roncagliolo. Este no me lo he leìdo pero creo que es bueno.

Para los que prefiràis una pelìcula, "La boca del lobo", de Francisco Lombardi.

Pablo

martes, 14 de octubre de 2008

Baby Showers, toros y pistolitas

Máncora, Perú, 14 de octubre de 2008

Si hubiera empezado a escribir esta nueva entrada la semana pasada probablemente habría comenzado diciendo que este ha sido uno de los meses más interesantes del viaje, posiblemente en el que más nos hemos sumergido en la cultura del país, conociendo y disfrutando sus tradiciones. Pero, por desgracia, los últimos acontecimientos han empañado un poco esta sensación y han cobrado un protagonismo inmerecido.

Por enésima vez, el sabado me volvieron a robar, aunque en esta ocasión es más apropiado el termino asaltar. Esta vez no fue un misterioso fantasma, ni un carterista, ni siquiera un compañero de habitación, esta vez fueron dos malnacidos armados con dos pistolas.

La situación fue desagradable y muy violenta. De primeras, con el impacto de las armas, la primera reacción fue la de colaborar y darles todo lo que querían, pero cuando empezaron a manosearme los bolsillos rebuscando hasta el último céntimo y me arrancaron el reloj de cuajo, me saltó el nervio. En ese momento ni pensaba, sólo me sentía humillado y muy enfadado. Se que lo más sensato habría sido comerse el orgullo y pasar el mal trago cuanto antes, pero por suerte o por desgracia no me salío así y me defendí. Traté de sujetar la pistola, para mantenerla lo más lejos posible, y evitar a toda costa que me arrancaran lo único que aún tenía, una cámara de fotos bien amarrada al bolsillo. Como un buen cobarde, viendo que no se hacía conmigo, el malnacido pidió ayuda repetidas veces a su amigo y este le ayudó. Me golpeó varias veces con la pistola en la cabeza hasta que se dieron cuenta que ni por esas podrían y echaron a correr.

En todo momento estuve prácticamente seguro de que las armas eran de mentira o que no serían utilizadas, quizás imaginaciones mías para tranquilizarme o justificar mi reacción, pero eso fue lo que me impulsó a defenderme y, finalmente, salió bien: salvé la cámara.

Como consecuencia de la pelea mi cuerpo sufrió algunas secuelas: siete puntos de sutura entre dos brechas en la cabeza y una escayola en la mano, por fractura del quinto metacarpiano, pero son pequeñas heridas de guerra comparado con lo que podría haber pasado.

A Pablo de toda esta película le salvo la salsa y los demás "bailables". Él siempre me dijo que mi aversión al baile y todo ese tipo de música que él adora (salsa, reguetón, cumbia...) me perjudicarían en Sudamérica, pero supongo que nunca imaginó que sería de esta manera.

Pero como empecé diciendo, a parte de este pequeño traspies, Perú nos está tratando genial y nos está permitiendo conocer su cultura de muy diversas formas.

Durante nuestra estancia en Huacachina, un oasis natural en medio del desierto, tuvimos la suerte de acudir a un "Baby Shower". Se trata de una fiesta prebebe en la que los padres, a cambio de hacer un poquito el ridículo delante de los amigos con jueguecitos divertidos, se llenan de regalos para cuando nazca el bebe, y los amigos, a cambio de dejarse la pasta en los regalos, se divierten y se ponen morados de pisco y aperitivos. Lo pasamos muy bien y las familias y amigos nos acogieron genial a pesar de ser dos completos desconocidos en la fiesta.

En Lima pudimos asistir a una feria gastronómica de productos y comidas típicas del Perú. Que gran alivio descubrir que los menús del día no son típicos de la región, sólo es una forma de llenar el estómago a precios muy bajos o muy altos, según se mire, porque al final el ahorro se paga caro. Desde aquella visita a las delicias culinarias peruanas no hago más que pedirme "aji amarillo de gallina" allá a donde vaya, y me he convencido de que compraré un libro de recetas peruanas en cuanto me independice.

También en Lima entramos en contacto con la "jet set" de Perú. Al igual que en todos sitios aqui hay ricos y pobres, aunque aqui las diferencias entre ellos son más notables y por ello impresionan más. Después de haber trabajado en la comisaría con niños que vagan por la calle con grandes problemas, o de haberle dicho a un millar de niños que no me voy a dejar limpiar los zapatos por ellos, o rechazado la oferta de caramelos, tabaco, pulseras y mil artículos más que me han intendado vender por la calle para ganarse unos soles, me dirigí en un volkswagen touareg, a más velocidad de la que me hubiera gustado, a una especie de club de campo limeño en donde se celebraba un espectáculo muy divertido de toros (no se trataba de matar ningún animal) y otro, algo más desagradable, pero muy típico del país: las peleas de gallos (aqui sí que muere al menos uno). Resultaba muy extraño verse rodeado de gente con mucho más dinero que tú en un espectáculo tan señorial, el primero, y otro donde se apuesta tanto dinero, el segundo. Por lo que me comentaron a veces se alcanzan en estas apuestas cifras tan astronómicas como los 5.000 dólares (en este país cuando se quieren hacer buenos negocios, con importantes sumas, se olvidan de su moneda oficial, el nuevo sol), en una apuesta suicida porque es como jugársela a blanco y negro, sólo el destino conoce el ganador y las probabilidades. Pero para conocer hay que verlo todo y aunque resultase extraño esto también era Perú.

Ahora, con el susto en el cuerpo pero con muchas ganas de seguir con esta inmersión, nos encaminaremos a Iquitos, el centro urbano más grande del mundo de los que no se pueden acceder por tierra, sólo los barcos o aviones te acercan a esta gran urbe, nosotros hemos elegido el más barato pero también el más auténtico: el barco por supuesto. Allí nos encontraremos con el Amazonas, el río más caudaloso del mundo y el más largo de Sudamérica. Promete ser una gran experiencia.

Carlos

sábado, 11 de octubre de 2008

Vuelta a casa por navidad

Chiclayo, Perú, 11 de octubre de 2008.

Siete meses viajando por Sudamérica dan para mucho, en un pequeño ejercicio mental, emulando al viajero austral, he recordado en cifras una parte de lo que ha sido este viaje:

Este viaje han sido 2 aviones, uno internacional y otro nacional, también 52 autobuses de largo recorrido en los que he invertido casi 400 horas (15 días del viaje), 11 barcos, 3 coches y 6 bicicletas alquiladas, 12 tours organizados para conocer sitios de alguna u otra manera inaccesibles, también han sido 7 países, unas 40 ciudades, 4 capitales, 1 salar, 3 selvas, 3 glaciares inmensos, el Machu Picchu, multitud de montañas, . . ., y sobre todo también han sido cientos de experiencias y de personas que de alguna u otra manera han aportado su granito de arena para que esta experiencia haya sido lo que ha sido: increíble.

Sin duda este viaje lo han formado una innumerable cantidad de elementos y situaciones sobre las que se podrían hablar meses. Pero para mí, en mi experiencia como viajero, tantas vivencias al final se han acabado convirtiendo en un tipo de "rutina", una rutina entrecomillada para quitar el carácter negativo de la palabra. Muchos, por no decir casi el 100%, de vosotros diréis: "quién pillara esa rutina" "aprovecha ahora que puedes" "esto es sólo una vez en la vida", pero como primera respuesta a todas estas frases se me ocurre el dicho: "lo bueno si es breve dos veces bueno"; No es que haya sido breve pero sí ha sido más breve de lo planeado y por eso lo considero dos y tres veces bueno.

Quiero resaltar lo meditada que ha sido mi decisión y así evitar ser acribillado a preguntas del tipo: ¿lo has pensado bien?, ¿no te arrepentirás?, piénsatelo, era el viaje de tu vida, etc. Realmente ha sido uno de los viajes de mi vida, pero la experiencia me ha enseñado con ejemplos que, al contrario de lo que pensaba al empezar, no tiene porqué ser el último gran viaje, se puede seguir viajando y se pueden hacer viajes largos pasados los 30 y cargado de años laborales a la espalda, me vienen a la mente multitud de ejemplos:

El chico del País Vasco que llevaba 5 años trabajando en Madrid y decidió cambiarse de trabajo no sin antes aventurarse a un viajecito de 6 meses por Sudamérica; la pareja canaria que se habían puesto el macuto durante 3 meses gracias a una excedencia que les habían concedido en el trabajo; la familia francesa que viajaban a cuestas con su hijo de 6 ó 7 años; la chica australiana que cada cierto tiempo, llenados los bolsillos, se lanzaba a la carretera durante 6 u 8 meses; y como ellos muchos ejemplos más.

Ahora mismo el cuerpo me pide un cambio, me pide probar un poco de la vida que lleváis vosotros allí en España, al fin y al cabo es la vida que lleva casi todo el mundo por lo que no puede ser tan mala, y sobre todo me pide una cosa: reencontrarme con Yoli, quizás sea un fiasco, quizás no, pero desde luego desde aquí no puedo descubrirlo.

Con todo lo dicho, como habréis deducido, cierro el macuto, compro el billete y aterrizo de nuevo en casa. La fecha aún esta por confirmar, mediados o finales de noviembre, por lo que esto no es una despedida, aún me quedan crónicas en el tintero y experiencias por vivir aquí al otro lado del Atlántico.

Y para no crear ningún tipo de mal entendido, aclarar que Pablo continuará viajando por su cuenta, a él aún le quedan muchos países por visitar.

Carlos