Según transcurren las semanas y acumulamos cada vez más imagenes en nuestra retina, un día se nos ocurre echar la vista atrás, releer nuestro propio blog y hacer un minibalance de lo vivido hasta el momento. La principal impresión que obtenemos es que cada lugar representa un miniviaje dentro del gran viaje y que muchos quedan ya tan lejos que en alguna ocasión, cuando nos sobra algún minuto, se les llega a echar de menos. Igual que ocurre con cualquier otro viaje al regresar a casa, con la diferencia de que el día siguiente, el del duro regreso al trabajo/universidad, para nosotros es el día de iniciar otro miniviaje, otra experiencia, otras gentes.
En parte es por eso por lo que esta nueva entrada al blog llega con tanto retraso. Santiago es una ciudad en la que, por diversas razones, hemos pasado casi 20 días y preferíamos cerrar un nuevo viaje antes de contaros todo lo que hemos vivido.
Santiago ha sido un vaje atípico si lo comparamos con todo lo que habíamos hecho hasta ahora, por las razones que a continuación explicaré. Pero no por atípico ha resultado peor, ni mucho menos.
Para empezar los primeros 5 días trascurrieron entre las 4 paredes de un hospital, por su precio entre las 4 paredes del Hotel Ritz, demos gracias al seguro. El motivo de acudir a este extraño lugar para hacer turismo no fueron las ansias de Pablo por conocer a fondo la cultura chilena y entrar en cualquier puerta entreabierta que encontramos por la calle, sino una operación a Nuria, la hermana de Pablo, que está viviendo durante este año en Santiago. Pero no quiero asustaros, la intervención fue relativamente sencilla, todo salió perfectamente y al sexto día era ella la que estaba más preocupada por cuidarnos a nosotros que nosotros a ella.
Estas salidas nocturnas a restaurantes, bares típicos del lugar como La Piojera, que se merece la mención especial que haré a continuación, y discotecas, han sido más numerosas de lo habitual gracias a la ayuda de los amigos de Nuria que se han preocupado, a veces demasiado porque están de exámenes, de acogernos y hacérnoslo pasar "bakán", y a los que desde aquí queremos dar las gracias.
Como decía, La Piojera es un bar muy típico del lugar, me recordó a algunos de los bares más típicos de Tribunal o Lavapiés, en donde lo pasamos realmente bien y donde más de uno terminó la fiesta antes siquiera de llegar a la media noche. La descripción del sitio que ofrece la guía de viajes Lonely Planet es muy acertada:
"Rescatado del derribo por las protestas de su clientela más fiel, este ambientadísimo garito siempre está lleno y en él reina el alboroto. No es de extrañar si se tiene en cuenta lo fuertes que son sus bebidas, uno sentirá que la tierra se mueve bajo sus pies con el "terremoto", una mezcla contundente de vino, helado y fernet", muy barato añado yo y del que dicen que es necesario tomar 4 vasos para emborracharse, pero no vi que ninguno pasara de los 3!!
A parte de la fiesta también hemos sacado algún rato para visitar Santiago. Una ciudad muy europea por su actividad, edificios, coches y nivel de vida.
En pleno centro urbano encontramos dos cerros, el cerro Santa Lucía y el cerro San Cristobal, todo un pulmón para una ciudad constantemente contaminada y el lugar donde se forjan las grandes estrellas del ciclismo santiaguino, es una subida de 7 kms que hace las delicias de los ciclistas que la suben una y otra vez hasta marearse. Ambos cerros ayudan a la estética de una ciudad plagada de hormigón mires a donde mires.
Al estar tantos días en la capital también nos dió tiempo de visitar algunas ciudades muy próximas, como Valparaiso y Viña del Mar. La experiencia fue agridulce porque el tiempo no nos dió tregua ni un minuto y ya se sabe que conocer una ciudad con un abrigo al que le faltan varios centrifugados te impide disfrutarla como debieras.
A pesar de todo, Valparaiso nos gustó mucho. Es una ciudad que en cierto
Lo más llamativo es el cambio de status social respecto del Santiago que nosotros hemos conocido. El aspecto europeo al que antes me referí desaparece por completo al perderte en el interior de cada cerro. De hecho en una ocasión fuímos advertidos por un vecino de que estabamos llamando mucho la atención y que era recomendable que nos alejaramos un poco de esos sitios.
Y como anécdota "graciosa" para cerrar la crónica como explicaros que mi amor por los animales va in crescendo día a día. Resulta que la mezcla de humedad, barro arrastrado, mierda de muchos días sin lavar mis pantalones y el maravilloso edor de mis zapatillas parece ser que crea una especie de perfume que atrae de manera extraordinaria a todos los perros. Si alguno quiere hacer la prueba que me pida las zapatillas (es el ingrediente estrella). El problema es que los atrae pero muy enfadados, hasta el punto en que uno de ellos llegó a meterme un bocado en el tobillo, reconozco que no me dejó el pie colgando pero conociendo mi pánico a los animales sentir sus colmillos en mi pierna no ha ayudado ni un poquito a aliviar mi miedo. A mí no me gustan porque yo tampoco les gusto a ellos!!!
Tras 20 días en Santiago de Chile volvemos a enfundarnos nuestra mochila rumbo, seguramente, a Mendoza. Todo depende de si la climatología lo permite o se vuelven a cerrar los pasos por la nieve.
Y como de bien nacidos es ser agradecidos, queremos dar las gracias a todas las personas que hemos conocido aqui y nos han acogido de maravilla: Nuria, Tomás, Valentina, Tiaren, Pauline, Maxime, Lisa, Giorg. A todos ellos muchas gracias. Y a vosotros perdón por el retraso y gracias por seguir ahí.
Carlos
Pd: dos nuevos álbumes de fotos en el enlace: fotos del viaje:
- Santiago de Chile.
- Valparaíso.