miércoles, 21 de diciembre de 2011

Business Tourist (Capítulo 1)

Dubai, martes 20 de diciembre.

Las últimas palabras avanzan al ritmo de un sprint en la pantalla del ordenador. Para informar al mundo de quiénes son las veintidós convocadas por Salva Induráin que prepararán el Preolímpico de Hockey no hace falta pensar. Sólo ser capaz de resistir el estrés de los numeritos de la parte inferior. Aunque tampoco hace falta mirar al reloj para sentir el aliento de la prisa. Puli (mi madre) se encarga de recordarme a gritos que ya es la hora. Subo la noticia a internet, apago la sesión y me cuelgo la mochila como acaba de hacer Tuch (mi hermana). Hemos recubierto las mochilas de plástico y celofán, pero por suerte a la espalda no se ve el resultado. Nos despedimos a toda prisa. Adiós. Hasta el 25 de enero. Nos vamos de vacaciones. Con el ordenador.

Los numeritos del reloj se encargan de tranquilizarme. No hay que alarmarse. Vamos con tiempo y el metro llega puntual. Hoy no vamos a perder el vuelo.

En Nuevos Ministerios dejamos el vagón de los que van o vuelven de algún sitio de Madrid y subimos al de los que se marchan de Madrid. En nuestro caso, a Dubai. Ya en la T-4, en el rincón de facturación de Emirates empezamos a sospechar que Dubai es un sitio peculiar. Las azafatas de tierra portan una boina roja de la que se descuelga una especie de mosquitera blanca para luego volver a subir en un inmenso looping. No desentonamos demasiado con ellas; yo me acabo de afeitar la cabeza y visto con unos pantalones de tela bolivianos algo anchos. Tuchi también se ha cortado el pelo y lleva un look estilo sota de copas. Creo que le damos pena a una de ellas, porque nos avisa de que con veintitrés horas de escala entre avión y avión tenemos derecho a una noche de hotel. Parecen generosos los de Emirates. Incluso aportan su granito de arena en favor de la economía española e importan azafatas. Nos lo cuenta en la fila de embarque una chica gaditana. Se va a vivir a Dubai. Nosotros de vacaciones a Tailandia. Creo que por un momento sentimos envidia mutua.

Pillo “El País” y dejo el “Marca”. Tuch se queda con el “Daily Telegraph” y el “Business”. Nada más tomar asiento empiezo a ponerme nervioso. Enciendo mi pantallita porque es inevitable no toquetear el mando que cuelga de ella y porque el botón de On es el más grande y compruebo entre sudores que siete horas de vuelo es un tiempo insuficiente. Tres opciones, “Information”, “Entertainment” y “Comunications” dan acceso a todo un universo de informaciones, entretenimientos y comunicaciones. Y además tengo tres periódicos para leer.

Inicio la tarea con “Information”, en donde aprendo que la población de Dubai está formada por gentes de más de cien nacionalidades. La pantalla debe decir la verdad: los pasajeros del avión somos una mezcla de colores que van desde el negro-negrísimo de mi vecina hasta el blanco-blanquísimo de los rusos de Business pasando por todas las tonalidades de negro, blanco y amarillo. Sigo aprendiendo: una persona puede importar hasta 2000 cigarrillos ó 400 puros ó 2 kilos de tabaco ó 150 gramos de perfume. El saber no ocupa lugar así que bienvenido sea, aunque no tenemos pensado empezar a fumar y en cuanto al perfume, ya nos hemos rociado de Jean Paul Gauthier en el Duty Free.

Seguimos el despegue en directo a través de la opción “forward camera” y “downward camera”. Ya en el aire, doy un respiro a la pantalla y me pongo con “El País” hasta Valencia. Tuch ha optado por la sección de películas (más de cien) y comprueba alterada que son en inglés con subtítulos en árabe. Se hace un lío a la hora de preguntar a la azafata por la opción inexistente de “cambiar subtítulo” y, preocupada por la falta de agilidad de su inglés, comienza a devorar “Mr Popper’s Penguins”.

Yo soy más precavido, y después de ojear las diez páginas de “Things to do” en Dubai me decanto por “Health and Relaxation”, en la sección “Entertainment”. El pasajero puede encontrar en ella consejos como el de hidratarse con regularidad, respirar profundamente y caminar de vez en cuando por el pasillo para favorecer la circulación sanguínea.

En Ibiza empieza a refrescar. Mi abrigo-sudadera está en la parte de arriba y temo molestar a mi vecina. Afortunadamente Emirates ha pensado en ello y cuento con una mantita con el logo de la compañía que pronto se convierte en mi mejor amiga. Sí, porque con Tuch surge el primer roce: yo quiero mirar por la ventanilla y disfrutar del paisaje de nubes que se extiende hasta el horizonte. A ella el sol le deslumbra y no puede seguir con comodidad las aventuras de los pingüinos. Gana Tuch.

Pero poco después consigo el empate. Emirates decide ofrecernos un menú a la carta. Me siento importante en el avión y opto por el “Lamb Redong”. Tuch por el “Chicken Breast”. Más allá del aspecto minimalista y del envoltorio de plástico de la comida del avión, el “Lamb Redong” es un auténtico manjar que echa por la borda al insípido “Chicken Breast”. Mi vecina también ha pedido Lamb y aunque no soy (o trato de no ser) prejuicioso, acierto en mis predicciones: ella no se termina la comida.
Se deja el tomate de la ensalada y las judías que acompañan al Lamp.

Al pasar Italia comienza a anochecer y es el momento de echar una cabezada. Acompaño la siesta con el sonido de fondo de un “Audio Book”, o lo que es lo mismo, una somnolienta voz de mujer que lee en inglés un libro titulado “Daughters in law”. Llego hasta el capítulo 5 sin enterarme de nada y al despertarme, ya cerca de Chipre, ya de noche, imito a Tuch y me decanto por “Games”.

Ella ha probado el “Memory”, un juego de formar parejas en donde se pone a prueba la memoria del participante y el “Caveman”, un juego que consiste en empujar una piedra en donde lo que se pone a prueba debe ser la paciencia. Tuch dura poco con él, pero yo aún menos con el “Gravitar”. A los diez segundos mi avioncito ya se ha estrellado cuatro veces. Game Over. En el asiento de al lado, el de mi vecina, Van Damme acribilla a cuatro gángsters.

Las azafatas atraviesan el pasillo repartiendo bebidas, momento que aprovechamos para averiguar que la vecina se llama Yolanda, es de Angola, en Madrid ha visitado a su novio y en Dubai hace escala para volar a Sudáfrica. Aquello nos hace recordar que Dubai es únicamente una escala en nuestro trayecto a Tailandia, por lo que decidimos empaparnos de la cultura tailandesa en el apartado “Thai Songs”. Movemos la cabeza al ritmo de Chun Kid Yang Nun o de Kaub Koon Nun Tha cuando nos plantamos a sólo 1400 millas de nuestro destino, ya en Arabia Saudí. Fieles a los consejos de “Health and Relaxing”, los pasajeros caminan por el pasillo. El bolsón de mi asiento delantero rebosa de periódicos sin leer, revistas de publicidad y vasos de agua vacíos.

El idilio con Emirates se diluye ya próximos al Mar Rojo. Había empezado a ver “A bug`s life” cuando un video promocional de Dubai interrumpe las emisiones de todas las pantallas. El hotel de siete estrellas, el edificio más grande del mundo, las islas prefabricadas en forma de palmera o el centro comercial más grande del mundo se reproducen por centenares en el avión. Dubai me parece por momentos el Gran Hermano que nos vigila a todos. Las azafatas de Emirates pasan poco después privando a los pasajeros del calor de las mantitas. No sin cierto pesar, entrego la mía.

Pero cuando las luces de Dubai aparecen en la lejanía comienzo a ponerme nervioso. Y los nervios no se deben a que aún me faltan dos periódicos, cientos de películas, miles de canciones o decenas de informaciones por leer, sino porque ya quiero ver cómo es eso de Dubai. El video promocional ha cumplido su objetivo conmigo. Seguimos el aterrizaje en directo a través de la cámara. Nadie aplaude al pisar tierra. Yo quería aplaudir pero me cohíbe la seriedad del pasaje. El aeropuerto ofrece la primera imagen de Dubai: cúpulas, columnas recubiertas de algo que imita la plata y una cascada artificial son los primeros guiños al lujo.

En el exterior, una batería de cochazos aguarda a quién sabe qué peces gordos y alrededor del aeropuerto florecen decenas de hoteles, cada cual con mejor aspecto. Emirates reconquista nuestro corazón, esta vez para siempre. Nos pone un autobús (a nosotros y a cuarenta más) y nos lleva al hotel de la compañía, en donde me reservan habitación hasta las nueve de la noche del día siguiente (Tuch vuela a Bangkok por la mañana) y me llenan de tickets de comida para el breakfast, el lunch y la dinner. Y de propina un “Light Refresment” que de ligero no tiene nada: un suculento sándwich de chicken con barra libre de zumo. Decenas de camareros y camareras, en una media aproximada de uno para cada tres clientes, nos atienden apresurados. Ellos son muchos, pero los recién llegados estamos hambrientos. Es la una de la noche hora de Dubai y en el hotel parece hora punta. En la joyería del hotel, la dependienta exhibe collares de piedras preciosas.

Con el estómago lleno y una habitación que es sin duda la más lujosa en la que vamos a dormir en un mes la vida se ve brillante, como las luces de Dubai en la noche. Estamos de vacaciones, estamos para disfrutar, y después del breve paso por la capital de los negocios nos marcharemos a Bangkok. El mundo es nuestro.
Sin embargo, antes de dormir me acuerdo del Europeo de Hockey Sala y de la lista de convocadas para una concentración que debe haber dado hoy Angel Laso. Saco el ordenador de la mochila y, como buen hombre de negocios, como un auténtico dubaití, inicio sesión.

6 comentarios:

Pacheta dijo...

Oleeeee. Empiezas prontito, que no decaiga el ritmo. Como en anteriores ocasiones, y como dijo un famoso árbitro: Palos y flores. Palos por no haber empezado un blog nuevo y por tu uso incorrecto (en un texto correctísimo, eso sí) del verbo "deber" sin la preposición "de" para dudar (ya sabes, tenemos que ayudarnos a vender libros, rubia).
Flores: porque eres un cabrón al que todos envidiamos. De momento por ir a Dubai, que tiene que merecer la pena ya sólo por curioso. Hablamos de que fomentaban el turismo de escala, pero no pensé que tanto. Esta vez empiezas el viaje al revés que en Sudamérica, eligiendo el mejor sitio para la primera noche. Y también flores por lo entretenido del post. Ya sabes también que no me gusta volar, y precisamente agobiarme con que no me dará tiempo a leer y ver todo lo que quiero me acorta los vuelos.

Un abrazo para los dos. Disfruta de Dubai. Ya queda menos para el siguiente post.

Carlos Martín dijo...

Estoy con Pacheta en cuanto a las flores, de los palos paso porque no sé qué dice del verbo "deber" de dudar, ni he contado el número de puntos y comas que tiene tu texto!! ;)

Pacheta no le pases el corrector a mi texto que yo no tengo que vender ningún libro, por el momento.

Me ha gustado mucho esta entrada y me deja con ganas de más. Quiero saber qué viste en ese mundo de capitalismo y derroche a borbotones que parece ser Dubai y que te encuentras en Tailandia.
Y como dice Pacheta, es una pasada lo que hacen con el turismo de escala. Tenerte allí 24 horas y mimarte como un marqués parece el mejor de los marketings para una ciudad (y no lo viejo conocido de quedarte tirado en un aeropuerto a tomar por culo de la ciudad, con unos asientos a los que les han puesto brazos para que la gente no se pueda tumbar y con un frío del carajo), aunque se pierde el "Sex Appeal" de viejas historias conocidas en ese tipo de escalas aeroportuarias.

Un bexillo para cada uno y a disfrutar de unas buenas vacaciones!! olvídate todo lo que puedas del trabajo, haz lo justo para que no te echen, el resto disfrutar y contarnos!!

FelizZz Navidad!!!

Anónimo dijo...

NO TIENES PERDÓN DE DIOS NO DECIRLE A TU MADRE QUE ESTAS ESCRIBIENDO EN EL BLOGGER. SE HA ENTERADO POR MI. YA TE DARÁ LA CONSIGUIENTE REGAÑINA
UN ABRAZO
NEGRITA

Anónimo dijo...

Cómo ya dije....me gusto muchíiisimo tu narracion..escribí largo y tendido..y cuando me dispuse a mandarlo ....SE BORRRROOOOÓ....MALDICIÓN...¡¡¡¡¡
Soy puly (por si a ca...lo envio en Anonimo )
También propuse a Marta, q escribiera en el bloog , pues tb le da mucho toque de humor en sus narraciones , un beso a los dos...

rafetas dijo...

Pablete, echando un vistazo al Fb, he visto que te habías puesto a narrar tu viaje.. No te prometo seguir leyendo cada una de tus entradas, ni mucho menos comentartelas pero tengo que decirte que me ha encantado tu descripción de lo que no deja de ser un viaje en avión.. Muy conseguido, muy bien escrito, me ha enganchado!! Seguiré vuestras peripecias, feliz Navidad!!

Anónimo dijo...

Yo tb he encontrado tu bolg en FB y no me he podido resistir... Estoy en la oficina, justo despues de comer (la peor hora del día) y has conseguido q no pare de reir en media hora!! Muchas gracias!!!
Espero q os lo sigais pasando tan bien y q nos sigas contando todas las historias q os vayan pasando a la Sota de Copas y a ti ;)
Un besazo enorme. "Maria del Kepchup"