domingo, 21 de diciembre de 2008

Feliz Navidad a todos

Taganga, (Colombia), 21 de diciembre de 2008

A estas alturas de diciembre, con los tradicionales festejos y las reuniones familiares a escasos dìas, la mente se dirige con insistencia a España, a los recuerdos de Navidades pasadas o a simples momentos en compañìa de los seres queridos.

A pesar del calor caribeño y los villancicos a ritmo de salsa y merengue, el frìo de unas navidades fuera de casa congela estos dìas de playa. Tengo asumido desde hace mucho tiempo que por primera vez no me sentarè a cenar en Nochebuena ni Navidad al lado de la gente que comparte la misma sangre que yo, mi familia. Tampoco verè a mis amigos ni a mucha otra gente que siempre da placer ver.

Seràn unas Navidades atìpicas aunque tampoco lo lamento. Asì lo he elegido y tampoco estarè solo. Estarè con Cote y junto a cuatro turistas màs y un guìa. En Nochebuena estaremos en Ciudad Perdida, otro de los Machu Picchu que hay por Sudamèrica; La ciudad de los tayronas descubierta en los años setenta. Seguramente no nos hartaremos a comer deliciosos platos. Probablemente toque el clàsico pollo frito con arroz con coco y patacones. Asì es la vida del viajero: no siempre tan ideal como se puede imaginar.

Mañana salimos asì que no hay opciòn de felicitaciones màs pròximas al 24 ni emails personalizados. En cualquier caso, y aunque de esta manera tan superficial y anònima, os deseo una Feliz Navidad a todos.

Pablo

viernes, 19 de diciembre de 2008

La ciudad donde vivirìa

Cartagena de Indias (Colombia), 19 de diciembre de 2008

Madrugada del 23 abril de 1741. Tresmilquinientos soldados britànicos se lanzan sobre el Castillo de San Felipe de Barajas, ùltimo bastiòn de defensa de la ciudad de Cartagena. Es el asalto final, el que decidirà la suerte de la plaza, que contiene el aliento y aguarda con ansia el desenlace a dos centerares de metros.

Desde el 13 de marzo, los britànicos han tomando paulatinamente los diferentes fuertes que defienden la entrada a la bahìa y sòlo resta el Castillo de San Felipe para conquistar la ciudad que sirve de almacèn de los tesoros del continente. Los ingleses han emplazado para ello una formidable armada compuesta por 180 navìos y 23.600 hombres. Una flota de una magnitud superior a la de la Armada Invencible de Felipe II y que està destinada a fracturar el dominio español de las colonias sudamericanas, que sòlo cuenta con 3.000 soldados y 600 indìgenas para defender el puerto de salida de las riquezas que engordan desde hace dos siglos la metròpoli.

A pesar de la diferencia numèrica, los ingleses se encuentran en un momento crìtico. El almirante Blas de Lezo, conocido como "el medio hombre" debido a las numerosas heridas sufridas en sus años de servicio militar que le han dejado cojo de la pierna izquierda, manco de la mano derecha y tuerto del ojo izquierdo, ha organizado una tenaz resistencia que, combinada con el mortìfero ataque de las enfermedades tropicales, ha mermado al ejèrcito britànico.

En la madrugada del 23 de abril se confirma en los muros del Castillo de San Felipe el descalabro de los hombres del almirante Vernon, que contempla con rabia la bahìa, convertida en un pavoroso cementerio en el que flotan los cadàveres de miles de britànicos, que a falta de tierra firme para sepultar sus cuerpos han sido arrojados al agua por sus compañeros.

En la mañana del 6 de mayo, las ùltimas velas de la flota de Vernon desaparecen del horizonte. Las medallas que conmemoraban por anticipado la toma de Cartagena atizan el orgullo herido del almirante, que por tercera vez fracasa en su empeño de conquistar Cartagena.

Las murallas de la ciudad, ennegrecidas por acoso del salitre y el peso de los años, insuflan un aire añejo que parece retrotraer al visitante a aquellos tiempos en donde se caminaba con casaca y calzòn en el interior de sus muros. Aùn parece escucharse el estruendo de los cañones en las baterìas costeras lanzando su carga de fuego y plomo sobre la superficie del Caribe y el ruido acompasado de las botas de los soldados entre las callejuelas de la ciudad vieja.

Cartagena es el Cuzco del Caribe. Una ciudad en la que merece la pena visitar cada calle, cada plaza, cada rincòn. Una belleza colorida, alegre, que huye del encerramiento de sus esbeltas murallas e invita a cualquiera a participar de su alegrìa.

Una improvisada competiciòn de baile al frente de una licorerìa exige a dos borrachines poner en pràctica sus mejores dotes en el vallenato para poder ganar el premio: una botella de ron. Mueven la cadera con soltura y "sabor" como dicen por aquì a pesar de su evidente estado de ebriedad. Al concluir la mùsica, el speaker pide que el pùblico elija al vencedor: el viejo mulato se lleva màs aplausos que el joven negrito y se lleva la botella con cara de recièn levantado de una larga siesta.

Enormes altavoces animan las plazas al caer la tarde, que se llenan de niños, adultos, ancianos y vendedores de arepas, salchichas, cocos, refrescos, helados y de todo lo que se pueda comer y beber. Las casas de Getsemanì, el tradicional barrio humilde de la vieja Cartagena, abren sus puertas cuando el calor asfixiante da un respiro y, bajo la suave brisa marina, sacan mesas y sillas para jugar a las cartas, al dominò, beber ron o conversar con los vecinos en las angostas calles desiertas de vehìculos.

Cartagena no duerme ni descansa un momento. A todas horas la gente puebla sus calles. Los vendedores ambulantes persiguen a los turistas hasta el desmayo para venderles toda clase de baratijas u ofrecerles tours, restaurantes, joyerìas o lo que parezca que puede seducir a los visitantes, que en temporada alta han abarrotado hoteles y hostales. La luz tibia de los faroles reverbera en las fachadas de las imponentes casonas coloniales y veraneras, campanas y lirios trepan por balcones, ventanales y paredes para ofrecer su perfumada contribuciòn a la policromìa, que de noche emite una imagen romàntica y poderosamente seductora de Cartagena, una ciudad que es una imponente fortaleza contra la conducta errante del backpacker. Un pedacito del Caribe y de elegancia colonial que reclama dìas y semanas de atenciòn pero que debemos abandonar mañana. El viaje ha entrado en una dinàmica de non-stop y nos espera Santa Marta y la Ciudad Perdida.

pd: En cuanto a las fotos, he hecho lo que he podido. Tengo dos àlbumes en facebook con fotos un poco aleatorias de los ùltimos dos meses. No son ni de gran calidad ni muy representativas, porque se han grabado las que le ha dado la gana al ordenador y aùn no tienen la explicaciòn de què es cada cosa, pero poco a poco... Para los que no conocèis facebook, es como un hotmail. Hace falta registrarse en facebook.com y a partir de ahì podèis ver la vida y las fotos de vuestros amigos, que os iràn saliendo en vuestro hotmail y que sòlo tenèis que ir aceptando como amigos. No sè si està muy claro... Bueno, he sabido hacerlo yo asì que no tendrèis problemas

Pablo

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Viajando para terminar de viajar

Madrid, España, 10 de diciembre de 2008

De Buenos Aires a Madrid, paso fugaz por casa, "hijo mío por fín!!, qué delgado estás, vaya ropas más asquerosuchas llevas últimamente", unos cuantos reencuentros (grande la fiesta sorpresa que me hicieron en casa de Tabor, no podía esperar mejor recibimiento) y de nuevo me veo subido en un avión, próximo destino: Madeira, qué mejor lugar para poner el broche de oro a toda una etapa de mochilero.

Muchos me han tachado de ser un jeta, algunos me han echado en cara que si venía a Madrid porque me había cansado de viajar qué hacía de nuevo subiéndome a un avión y cargando una nueva maleta. Pero siguiendo el lema del blog, muy arraigado en mi interior: "HACEMOS LO QUE QUEREMOS", me permití el lujo de terminar mi viaje viajando, como debe ser.

Madeira ha sido un paraíso: playa, montaña, fiesta y precios baratos, qué más se le podía pedir. El plan que nos organizó Rodrigo, nuestro gran anfitrión que esta allí estudiando un erasmus, unido a nuestro espíritu aventurero y a la sumisión de Pascu para hacer lo que mandara la democracia hizo que exprimiéramos al máximo la semana.

Muchos os llevaréis preguntando unas cuantas lineas ¿¿ el blog no se llama Efecto Coriolis, no iba de unos que viajaban por Sudamérica, dónde esta Madeira??, pues bien, Madeira está en Portugal y Pablo cree que sería bueno (por no decir, que le quitaría trabajo) que yo continuara escribiendo en el blog de vez en cuando, comentando el otro lado de la moneda. Él escribe de la vida padre que se pega en Sudamérica y yo escribo de lo divertido que es buscar un trabajo en Madrid, en época de crisis y con un currículum tan vacío que cuando oígo aquello de que el currículum no debe ocupar más de una cara pienso: ¿¿tanto??. Asi que mientras la mayoría no opine que es un rollo leer mis experiencias por aqui, por la Madre Patria (como la llaman en Perú, muchas veces con tono sarcástico), de vez en cuando escribiré alguna entrada. Los comentarios es el lugar idoneo para que opinéis y descarguéis vuestros ánimos o desprecios a esta idea, ¡¡quizás esta vez consiga una gran cantidad!!

La semana en Madeira comenzó con un desfile de modelos. Sé que es raro tratar de imginarse a Jozzze, Pascu, Rodrigo (más raro aún para todos aquellos que no los conocéis) y a mí metidos en el lugar de la moda por excelencia, la pasarela por la que desfilan las ideas más brillantes de los grandes diseñadores, ideas tan brillantes que rara vez las vemos por las calles. Pero después de 8 meses viendo de todo y viajando con Pablo, que me ha enseñado a apreciar y tener ganas de conocer todo aquello que nos es ajeno, por muy raro que sea o aburrido que parezca, me encontraba preparado para presenciar semejante evento. Y no nos arrepentimos, creo que hablo por todos, porque lo pasamos genial riéndonos de los modelitos de los modelos (el empanao, el hermano del empanao y el resto de sus colegas), y disfrutando de los bonitos zapatos de las modelos y, por qué no, de alguna que otra transparencia.

Pero una de las cosas más divertidas del espectáculo fue la entrada al recinto. Como si nos encontráramos en la mismísima puerta del Corte Inglés de la Puerta del Sol el día en que comienzan las rebajas más anunciadas del siglo, todos esperabamos, aplastados contra las puertas, a que dieran el pistoletazo de salida. Una vez dada la señal empujones, codazos y seguro que alguna que otra zancadilla (allí el juego sucio no estaba prohibido) para poder coger el mejor sitio o por lo menos evitar quedarse de pie durante más de dos horas que duraba el desfile. Nosotros conseguimos unos de los mejores asientos, cerca de la pasarela y con vistas a la entrada de los vestidores que nos permitió ver como echan a correr las modelos una vez terminan de desfilar, para ponerse de nuevo otro modelito, y como alguna terminó llegando a gatas a su camerino porque no fue capáz de levantarse tras el trompazo; carreras y tacones no siempre congenian.

Además de ver caminar a las chicas por la pasarela nosotros mismos hicimos nuestras propias caminahadas por las montañas de la pequeña isla, que son uno de sus grandes atractivos. Puedes pasar del nivel del mar a los 2,000 metros en cuestión de 20 minutos en coche (o corriéndo mucho), y las vistas son espectaculares. Los caminos por los que andamos quizá estaban demasiado preparados, pero es de suponer que pretenden hacer accesibles sus montañas a una gran cantidad de público y, al mismo tiempo, preservar las montañas evitando que la gente se meta por cualquier lado.

Lo que más disfruté de la isla fue la tranquilidad de estar en un sitio donde puedes pasear tu cámara con alegría y puedes andar por la noche como si anduvieras por tu casa, tranquilidad de la que me había visto privado desde aquel encontronazo con las pistolitas, como me dicen por Madrid: "a ver, cuéntame otra vez como fue eso de las pistolitas", debí contarlo con mucha gracia porque he notado un cierto cachondeito por aqui. Como decía Pablo, y con toda la razón del mundo, lo que pasó fue un hecho aislado que no tenía porque repetirse en mucho tiempo, pero a mi me resultó muy difícil olvidarlo durante el tiempo que anduve por allí. En Madeira, en cambio, me relajé de tal manera que tras el desfile de moda estuvimos conociendo la mitad de los garitos de Funchal hasta las 9 de la mañana, una de las mejores fiestas en muchos años.

Y como Madeira tampoco es tan grande y todo lo bueno se acaba, pasada una semanita volvimos a casa, esta vez por algo más de tiempo. Momento de empezar aquella vida que planteé cuando anuncié que me volvía a España, para los más incrédulos, todos aquellos que me preguntan que cuándo me vuelvo a marchar, ya he echado mis primeros currículums por Internet, y debe ser verdad que el trabajo en España está mal y que hay crisis, porque ya han pasado 24 horas y los únicos trabajos que he recibido a través del móvil son los de mi madre: ¿te acordarás de comprar el pan y los tomates?, pero bueno mientras me siga remunerando por ello a uno no le preocupa que le llamen el chico de los recados.

Carlos

PD: ya que Pablo prefiere mantener su cara oculta y por eso no nos muestra fotillos he colgado en la página una nueva colección: Continente Europeo. Ahí colgaré algunas fotos que ya he hecho o que iré haciendo, de momento podeís encontrar las de Madeira y así ponerle cara a Pascu (el rubio), Rodrigo (el de la chaqueta completamente roja) y Jozzze (el indescriptible o el otro).